martes, 21 de junio de 2011

pobre de tu sarcasmo

Pobre de vos, que no sabés apreciar la lluvia.
Pobre de vos, que estás ahogado en trabajo.
Pobre de vos, que no sabés qué elegir para comer.
Pobre de vos, que no podés mirar a un niño a los ojos
sin buscar un escondite para que tu vergüenza no te halle.
Pobre de vos, que no podés mirarme sin que te arañe la culpa.
Pobre de vos, que te dejás seducir por la indiferencia,
con tal de no sentir el frío ajeno.
Pobre de vos, que si no encontrás el valor lo desechás.
Pobre de vos, que tenés los ojos abiertos y el camino marcado.
Pobre de vos, que conocés todo
menos lo que se siente bañarse con la lluvia,
dormirse los días y respirar las noches.
Qué endivia me tendrás si te digo
que yo no tengo la responsabilidad de elegir, ya que no puedo.
Qué absurdo es saber que rehusas mi mirada,
mientras que la transparencia de mis ojos
se anima a sincerarse frente a cualquier rostro.
Si asumo lo acepto, y cuando lo acepte, lloraré,
pero hoy cambian los roles de pobreza,
porque ahora tu basura llena mi museo,
y donde para vos no había belleza, ahora hay arte.
Qué pena que no entiendas lo que es dejarse llevar,
entregándose al destino, ajeno a cualquier predisposición,
caminando hacia donde no hay horizonte,
mientras la lluvia acaricia tu cuerpo.

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